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sábado, 30 de marzo de 2013

PRINCIPIOS DE LA GEMOLOGÍA PARTE 2






CUARZOS Y OPALOS, LOS "DUROS" PRECIOSOS







Considerando que la sílice (bióxido de silicio) es la sustancia más abundante de la litosfera, es normal que existan un gran número de especies y variedades gemológicamente significativas. 

En efecto, la inmensa mayoría de las piedras ornamentales de modesto valor (aquellas que impropiamente se denominan piedras "duras" como si las de mayor valor fuesen "menos duras") pertenece a este grandísimo grupo: cuarzo rosa, ojo de tigre, corniola, ágata, ónice.

Veremos más adelante que no faltan, sin embargo, gemas de cierto valor, como la crisoprasa, y piedras de valor decididamente alto, como la amatista, de color profundo y aterciopelado, y, sobre todo, algunos ópalos.

El lugar de formación de las distintas formas de sílice puede ser tan distinto como podamos imaginar, porque se encuentra tanto en las rocas de origen magmático como en las sedentarias o metamórficas. 

Antes de empezar a examinar las variedades una por una, es preciso establecer una subdivisión, aunque sea muy simple; 







En este inmenso grupo distinguiremos los materiales cristalinos (cuarzo, jaspe y calcedonia) de los no cristalinos (ópalos), en los cuales los valores físicos de densidad, índice de refracción, dureza, etc., se separan netamente de las tres primeras familias. 

Estas se diferencian, a su vez, por las dimensiones de los cristales y por el modo en que están colocadas recíprocamente (estructura). 
Esquematizando todo lo dicho tenemos el siguiente cuadro:

1. Sílice cristalina
- Los cristales están a menudo bien definidos: cuarzos (hialino, ahumado, amatista, etc.).

- Microcristales de cuarzo combinados con gránulos de minerales coloreados para dar masas heterogéneas y no transparentes: jaspes.

- Microcristales fibrosos de cuarzo que se entrelazan dentro de una matriz amorfa de ópalo translúcido (estructura criptocristalina): calcedonia (corneola, ágata, etc.).







2. Sílice amorfa
- Una gelatina silícea (gel) que conserva en su interior una cierta cantidad de agua: ópalos.







La familia de los cuarzos

Describíamos anteriormente las variedades que, además de presentarse bien cristalizadas, son transparentes y muestran brillo vítreo: se trata en esencia de aquellos materiales de composición más constante -prácticamente, cien por cien de SiO2-, cuyos valores físicos de densidad, índice de refracción y dureza no se separan, prácticamente, jamás de los relacionados en la ficha técnica del cuarzo. 


El cuarzo hialino o cristal de roca

Sus cristales, bellísimos, fueron los primeros en llamar la atención del hombre, que los creyó formados por hielo tan enfriado como para no poder ser derretido. 
Desde un punto de vista gemológico, precisamente porque es incoloro y porque "no tiene dentro nada", es quizá la variedad que tiene menos importancia. Raramente se talla, porque esta aparece antieconómica, si se relaciona con el valor y el aspecto de las gemas, que resultan poco brillantes y con escaso "fuego". 
Se obtienen, por el contrario, esferas (lúcidas o esmeriladas) para colgantes u objetos de fantasía, de moda en determinados momentos.
Los yacimientos son muy abundantes en todo el mundo: merecen particular mención los de Brasil, Madagascar, Rusia, Japón, USA.
Naturalmente, el cuarzo hialino se confunde mucho con otras gemas incoloras de baja dispersión, como el topacio incoloro, berilo incoloro, fenacita, etc. 







Los nacidos en los meses de abril se consolarán sabiendo que su piedra, el diamante, puede ser sustituida por el cristal de roca: indudablemente menos noble, pero a mucho mejor precio en el mercado.


El cuarzo "rutilado"

Se denomina así porque contiene inclusiones pequeñísimas de cristales aciculares de bióxido de titanio (rutilo), que recuerda mucho a los cabellos rubios o cobrizos: por tal motivo esta variedad se denomina "cabellos de Venus". 

La matriz consiste en cuarzo incoloro o ahumado: del mejor material, es decir, de aquel carente de fisuras internas y no demasiado oscuro, y de ellas se obtienen bellísimos "cabujones" o esferas para colgantes y, alguna vez también, gemas facetadas de cierto valor. 

El material comercializable es prácticamente brasileño en su totalidad, y no se confunde con ningún otro, a excepción del cuarzo con cacoxenita.







El cuarzo "turmalinado"

También este es mayoritariamente brasileño, pero no se deben olvidar algunos ejemplares de Madagascar, Rusia o USA. 
Las inclusiones consisten en pequeños prismas de turmalina, alargados en forma de baquetas, generalmente negros o verde-azul oscuro. 

Los usos son los mismos que hemos dicho para la variedad anterior, pero si la turmalina es de bello color (verde, o mejor todavía, roja o rosa), las piedras y los objetos pueden alcanzar un valor considerable. 
En estado más tosco se puede utilizar para fabricación de ceniceros y adornos en general. 
Es una variedad difícil de imitar, que no se confunde con otros minerales.







El cuarzo dendrítico

Es cuarzo en cuyas fisuras se insinúan penetraciones de soluciones de manganeso; por evaporación del disolvente han permanecido magníficos depósitos arborescentes negros o castaños de óxidos hidratados de manganeso, que en siglos pasados se confundieron con restos de fósiles de vegetales. 
El material transparente, que incluye bellas formas, es menos frecuente que los anteriormente descritos, y las piedras de valor son verdaderamente raras. Formaciones dendríticas de manganeso, iguales a las incluidas en el cuarzo, se encuentran también en la calcedonia y son comunes en la superficie de muchas rocas. La procedencia es brasileña.







El cuarzo cacoxenita

Con esta variedad agotamos la relación de cuarzos incoloros (o casi), que pueden tener inclusiones visibles, pero en cantidades y formas tales como para no comprometer la transparencia del material. 
En honor a la verdad, la cacoxenita es un fosfato férrico hidratado de color amarillo o amarillo rosado, que se presenta en las variedades claras de amatista (violeta). 

Sus cristales se asemejan muchísimo al rutilo por el color, pero parecen más toscos y fibrosos, con nódulos como las cañas de bambú y, a veces, terminados en punta de lanza. 
Se reúnen en manojos que dan a la variedad un parecido notable con el cuarzo "ojo de tigre". 
También en este caso la procedencia es brasileña.







El cuarzo ahumado

Se trata de una variedad de cuarzo transparente de tinte castaño, no excesivamente agradable, de intensidad variable desde el casi incoloro hasta el casi negro (variedad "morion"). 
A veces, la distribución del color no es homogénea, ni siquiera en el mismo fragmento, ya que está dispuesta en bandas rectilíneas de tinte intenso, alternándose con otras de tinte pálido.

Recordando cuanto ya se ha dicho sobre el tratamiento mineralógico, recordamos que las causas del extraño color se atribuyen, sobre todo, a trastornos estructurales inducidos por la radiactividad natural del yacimiento, pero la presencia en el cuarzo de átomos de aluminio, que sustituyen en parte a los de silicio en el retículo cristalino, contribuye también a crear las citadas deformaciones con la consiguiente alteración de la coloración. 

Las inclusiones más frecuentes consisten en acículas de rutilo amarillo o rojizo. 
En el material imperfecto no faltan inclusiones que, examinadas al microscopio, se comprueba que están formadas por masas gaseosas y líquidas; todavía peores, desde el punto de vista estético, son las fisuras y las "fracturas" reflectantes. 







Las variedades intensamente coloreadas revelan un sensible pleocroísmo que desaparece, como casi todo el color, cuando se calienta a 300 o 400º C.
La utilización del cuarzo ahumado es para material gemífero de escaso valor (se suele vender por kilos), pero las piedras talladas de color no demasiado oscuro resultan llamativas, comercializándose, a menudo, como topacios ahumados. 

No son raras en el mercado las vulgares imitaciones de vidrio. 
Las piedras naturales semejantes a esta descrita son poquísimas y raras (por ello deseadas por los coleccionistas): la sanidina, de Alemania (castaño claro, pero con una ligera tendencia al rosado) y la axinita, más pleocroica que el cuarzo, con tonalidad violeta y rosácea. 
Algún autor, entre los especializados, pone el cuarzo ahumado entre las piedras zodiacales de los nacidos bajo el signo de Libra.
La amatista
Entre todas las variedades de sílice cristalizada, la amatista es, sin lugar a dudas, la más apreciada, y por ello, junto con el cuarzo citrino, es la más buscada en el mercado. 
El color varía desde el lila muy claro a púrpura, hasta el oscuro: repartido casi siempre en bandas rectilíneas o en manchas, debido, al parecer, a deformaciones reticulares causadas por la radiactividad del yacimiento, pero también por la presencia de vestigios de hierro como "activador". 

El pleocroísmo es sensible en las piedras de coloración intensa.
Es curioso su significado etimológico: amatista quiere decir "no borracho", y por ello los antiguos creían que bebiendo vino en copas de este material podrían sustraerse a cualquier borrachera. 
Muchos otros serían también los poderes sobrenaturales de esta piedra: símbolo de serenidad, austeridad y santidad, tanto es así que adorna el anillo episcopal, no faltan, sin embargo, como contrapartida, creencias y supersticiones menos amenas.

Las inclusiones más frecuentes, aparte de las ya citadas, discontinuidad de la coloración, consisten en inclusiones planas u onduladas formadas por diminutas gotas y en "huellas digitales" que recuerdan la piel de un tigre; bastante frecuentes son los ramilletes de cacoxenita. Como habíamos dicho en la descripción mineralógica, el carácter, científicamente más importante, de este mineral de cuarzo consiste en el hecho de que, calentado a temperaturas del orden de 450-550º  C, el material cambia de color y pierde su pleocroísmo, asumiendo bellísimas coloraciones castaño-rosáceas: esta técnica se practica muy frecuentemente, debido a que se pueden comercializar bajo el nombre de "topacios", aunque se trata de un mineral muy distinto, adquiriendo un valor muy superior. 

Se trata, en esencia, de aquellas piedras llamadas también "madera" o "plamira" (las primeras de coloración más intensa que las segundas). 
A 600º  o más, también estas coloraciones se desvanecen y se obtiene un material incoloro ligeramente opalescente. 
Para complicar, por último, este estado de cosas, la amatista de algunos yacimientos (célebre el de Monctexuma, en Brasil, aunque también hay uno en Arizona) antes que amarillear con el calor toma un extraño color verde salvia o verde amarillento: este producto gemífero se denomina "prasiolita".







Recientemente se ha puesto de moda entre los coleccionistas, y también en el mercado de la joyería verdadera y propia, un material bicolor, amatista-citrino, del cual se tallan gemas con caras bien delimitadas, ovaladas o rectangulares, de muy agradable efecto, llamado Ametrino.

Los cristales de amatista que se han formado dentro de vacuolas dejadas por las burbujas de gas empapadas de lavas basálticas en vías de enfriamiento y que han tapizado las paredes muestran casi siempre una coloración más intensa y la máxima transparencia allá donde termina el cristal. 
De estas porciones se obtienen las gemas mejores, de coloración intensa y aterciopelada. 
Estos ejemplares, si son de coloración uniforme (cosa verdaderamente extraña) y de bastantes quilates (más de 10), pueden alcanzar el valor de varios miles de pesetas por quilate. 
De las partes de buen color, aunque de transparencia no perfecta, se cortan bellísimos ejemplares, mientras que de las muy oscuras y veteadas de cuarzo lechoso se obtienen objetos de grandes dimensiones, como copas, estatuillas y ceniceros: este último tipo de material se denomina, más apropiadamente, "cuarzo amatistino". Los yacimientos clásicos son los de Brasil, Uruguay, Rusia (gema púrpura), Zambia, Méjico (tendencia al rosado) y Madagascar.







Las piedras que se asemejan a la amatista son la fluorita violeta (mucho menos dura) y una rara variedad de la turmalina; parecen amatistas claras la kuncita (de mayor valor) y ciertos berilos lilas (morganita rosa-violeta); también bastantes engañosas son ciertas espinelas y algunos corindones. 
Con el apelativo de "rosa de Francia" se comercializaba la amatista lila clara o el material artificial de vidrio. La amatista es, desde hace mucho tiempo, una piedra considerada propia de los nacidos bajo el signo de Acuario.


El cuarzo citrino

El color de esta variedad va desde un ligerísimo amarillo paja hasta un amarillo oro claro, y también, en algunos casos, amarillo anaranjado; ello es, quizá, debido a la presencia de óxidos hidratados de hierro trivalente.

La búsqueda de este material, que de siempre se vende como "topacio", por el solo hecho de asemejarse a una piedra mucho más preciosa, ha sido importante en todo tiempo: para satisfacer esta exigencia se ponen en circulación, además de los citrinos naturales (más bien raros y de coloración poco definida), también, y sobre todo, cuarzos de bello color madera intenso hasta un rosa granate, obtenidos calentando, con las debidas modalidades, la amatista brasileña o, incluso, el cuarzo ahumado. 







Esto es de tal modo que el comprador incauto puede poseer un "topacio" que, además de no ser tal, no es ni siquiera un cuarzo de coloración genuina, sino una refinada sofisticación.

Partiendo de la base de que un citrino muy bello, de coloración intensa, es siempre un "recalentado", puede ser útil -en el caso de una gema de coloración que en el refractómetro resultara cuarzo- recordar que el citrino natural muestra pleocroísmo bastante distinto, mientras que el cuarzo tratado térmicamente no posee esta peculiaridad. 

Otro carácter que se denota mucho más frecuentemente en el citrino recalentado y no en los naturales es la distribución del color como a "pegotes", lo cual se ve mejor poniendo sobre un pedazo de papel blanco las gemas al revés, es decir, con la "tabla" en contacto con el papel y el vértice en la parte superior.

Recordemos, por último, ciertos ejemplares de color poco agradable porque están a mitad de camino entre el amarillo y el ahumado: pueden ser naturales o tratados, pero su valor es ínfimo.
Las inclusiones más frecuentes del citrino son las "burbujas" (más escasas son las acículas de rutilo), como en el cuarzo ahumado; los yacimientos son los mismos. Semejantes al citrino son numerosísimas piedras amarillas más o menos raras: berilo, corindón, topacio, turmalina, ortoclasa noble, escapolita y apatito. Frecuentes son las imitaciones en vidrio del citrino naranja-rosáceo ("madera"), que aún siendo tratado tiene un discreto valor, 1.000 ó 2.000 ptas. por quilate. 

El cuarzo amarillo es, junto con el topacio, la piedra de los nacidos bajo el signo de Escorpión.


El cuarzo rosa

Símbolo del sentimiento y de la dulzura, el cuarzo rosa es el exponente más importante de los cuarzos traslúcidos; los otros, que no describiremos a causa de su escasísima importancia estética (y por esto son ignorados en el mercado), son el "jacinto de Compostela", rojo mate y el cuarzo lechoso.

El color rosa carne, a menudo tendente al lila, especialmente en la variedad casi transparente de Madagascar, es atribuido a la presencia de óxido de manganeso y, quizá, de hierro, pero sobre todo a la del óxido de titanio (rutilo), el mismo rutilo que hemos encontrado en el cuarzo "cabellos de Venus". 







Puesto que éste está incluido en forma de diminutas o microscópicas acículas, formando un "fieltro", como los rubíes o los zafiros, sobre superficies curvas y lúcidas de "cabujón", en las esferas de cuarzo rosa se observa un cierto "goteamiento", reflejo plateado móvil, muy evidente si la luz que ilumina el ejemplar es muy intensa. Cuando el rutilo se organiza en franjas cruzadas aparece un discreto "asterismo" muy decorativo y apreciado.

El cuarzo rosa se encuentra en la Naturaleza en forma masiva y en bloques de gran tamaño, procedente de yacimientos sobre todo de Brasil, apareciendo atravesado por zonas paralelas de cuarzo lechoso, así como muchas fisuras, en parte debidas al rápido sistema de extracción. 
Sólo desde hace pocos años proceden de Brasil bonitas cristalizaciones de notable valor que, obviamente, los coleccionistas de minerales conservan en cuanto las encuentran en sus búsquedas. 

Con esta variedad de cuarzo se hacen objetos de grandes dimensiones: del material de coloración intensa y pocas fisuras se tallan "cabujones", gemas y pequeñas esferas para colgantes, y de los escasos trozos de cuarzo "limpio" y fuerte coloración se obtienen gemas facetadas para colección. 
Puesto que es muy difícil en el cuarzo rosa que la coloración intensa coexista con la transparencia, las pocas gemas de bastantes quilates que presentan ambos requisitos tienen un notable valor; digamos, no obstante, que ni siquiera en ésta la transparencia es verdaderamente perfecta, porque a contraluz se observa, junto con un cierto pleocroísmo, también una cierta opalescencia.

Expuesto a tratamiento térmico, también el cuarzo rosa se decolora, fenómeno que quizá sucede parcialmente también por simple exposición prolongada a la luz solar de la montaña o del mar, rica en rayos ultravioletas. Existe sólo una mala imitación en vidrio, a menudo llena de burbujas de aire. Entre las gemas naturales resultan similares al cuarzo rosa la kuncita y la morganita (berilo), que son, sin embargo, mucho más brillantes.







El "ojo de gato"

Con esta variedad se inicia la serie de los cuarzos que no se encuentran nunca en cristales; opacos o, alguna vez, translúcidos, se trabajan sólo en superficies curvas (esferas, "cabujón", etc.). 
Este tipo de talla es también indispensable para poner en evidencia el veteado de la piedra, a menudo magnífica, debido a inclusiones de fibras paralelas de anfíboles, del tipo de la actinolita y de la hornoblenda. 

Sobre el fondo gris ceniza, gris verde o amarillo dorado, la línea plateada, móvil al moverse la piedra, asemeja a aquella todavía más neta y luminosa del "crisoverilo-ojo de gato" o "cimofana", mucho más raro y precioso. Para evitar peligrosas confusiones es obligatorio vender este cuarzo con el apelativo completo de "cuarzo-ojo de gato".
Otras piedras semejantes son algunas variedades de la turmalina y de la kornerupina. 
Los falsos consisten en "cuarzo-ojo de tigre" u "ojo de halcón" (mucho más común), decolorados o también vulgares imitaciones de vidrio.







Los yacimientos del "cuarzo-ojo de gato" están, sobre todo, localizados en Sri Lanka y en la India, pero no son raros en Brasil (y en un tiempo también en Alemania). Virtud muy particular y curiosa de esta piedra sería -junto con la de los Orientales- la de salvar al guerrero herido, haciéndolo aparecer como muerto ante los enemigos. 
Otros poderes comunes atribuidos por la tradición popular a las gemas de este tipo (ojo de tigre, de halcón, crisoberilo, corindón, etc. ) son los de alejar los espíritus malignos y neutralizar los encantamientos, sobre todo asegurar buenos resultados en amor y fortuna, en el juego y los negocios, por lo que hace algún tiempo estaban considerados como las piedras favoritas de los ladrones.


El "ojo de halcón"

En esta variedad procedente de Sudáfrica, las inclusiones que provocan el veteado consisten en otro anfíbolo fibroso, gris azulado o azul verdoso, llamado crocidolita, con brillo sedoso y conteniendo entre otros cationes hierro divalente o hierro trivalente. 

Los usos son los mismos vistos para el cuarzo "ojo de gato"; dada la relativa disponibilidad del material se hacen también objetos de grandes dimensiones. 
Similar al "ojo de halcón" es solamente la turmalina azul verdosa en la variedad veteada. No existen imitaciones.







El "ojo de tigre"

Deriva de la alteración sufrida en el propio yacimiento de la variedad precedente; el hierro de la crocidolita se transforma todo en trivalente (limonita) y esto explica el color marrón dorado del ojo de tigre. 
El veteado también se debe al pseudomorfismo de la crocidolita en el cuarzo (que conserva la estructura fibrosa) y a la formación de microscópicos canales vacíos. 

No son raros los fragmentos en los que todavía son evidentes zonas o ramilletes azules de "ojo de halcón" originario. 
Esta variedad es todavía más común que la precedente, y tal hecho disminuye, y no poco, el aspecto espectacular y el valor comercial de la piedra. 
No existen especies semejantes ni imitaciones válidas, también debido a que el valor es más bien modesto. 

Es conocido un material llamado "ojo de tigre-matriz", que consiste en un aglutinamiento natural de fragmentos de cuarzo y de lignito negro, de aspecto escenográfico.







El "ojo de buey"

Es una variedad semejante al "ojo de tigre", aparte del color, que es rojo-castaño; recordemos que deriva de aquel por tratamiento térmico, con la consiguiente transformación de la limonita incluida en hematites.







El cuarzo venturina

Las venturinas consisten en agregados de gránulos de cuarzo combinados o láminas de minerales diversos que, además del color, confieren al material un bellísimo brillo interno, el cual se define como "venturinamiento".

Por la heterogeneidad de la estructura y de la composición, y por la diferencia de dureza entre los gránulos de cuarzo y los de las inclusiones, las venturinas trabajadas no muestran la superficie perfectamente lúcida, que el artesano puede obtener en los cuarzos citrinos, amatistas, etc. 
Estas inclusiones pueden consistir en micas férricas o bien en hematites o goethitas (óxidos e hidróxidos férricos): en el primer caso, el destello de la venturina es marrón o rojizo y también el color de todo el material, mientras que en el segundo se obtiene una venturina con un delicado color naranja albaricoque denominada "eosita", todavía poco conocida por el grán público porque ha comenzado a comercializarse (en "cabujón" o collares) hace pocos años.

Si las láminas incluidas son de mica blanca (moscovita), el destello es plateado o apenas dorado, mientras que si abunda la fuchsita (mica cromífera) tenemos la venturina más conocida, popularísima en el sudeste asiático, de un bello color verde esmeralda más o menos intenso, un tiempo considerada por los orientales comparable a los más bellos jades verdes e incluso a la esmeralda. 
De todos modos, a causa de la cantidad variable y de la distribución, no siempre homogénea, de las inclusiones, algunos autores tienden a una sistematización de la venturina entre las rocas, puesto que la consideran, algunas veces, arenisca o cuarcita.







Los yacimientos más ricos son los de la India, Rusia y Brasil; dado el valor modesto de la venturina no existen imitaciones, aparte de aquella (difundidísima hace muchos años) de Murano, consistente en un vidrio con inclusiones cristalinas de cobre, de color naranja oscuro y brillante "aventurinamiento". Sejemantes a las diversas venturinas son los jades, el cuarzo verde y el prasio.


El cuarzo prasio

Es una variedad que incluye cristales aciculares de actinolita, de aspecto traslúcido y que hace tiempo se denominaba, erróneamente, "raíz de esmeralda". Los yacimientos son los de Alemania Oriental, Austria (Alpes de Salisburg), Finlandia, Brasil y USA.

El valor es, naturalmente, más bien modesto: se asemeja un poco al jade, y el material menos turbio se talla como gemas "en esmeralda". 
Se trata de un término intermedio hacia los jaspes, tanto es así que algunos autores lo ponen en esta categoría; prasio se denomina a un jaspe completamente verde.







El cuarzo azul

Con este término se denominan, al menos, tres materiales: el cuarzo rico en rutilo, turmalina y crocidolita muy escasa (Alpes austríacos, Suiza, Escandinavia, Brasil y Sudáfrica), otro con inclusiones de la zulita (Madagascar, Sudáfrica y Escandinavia) y el que contiene dumortlerita. 
De los tres, el más difundido es el último, de aspecto granular y todavía un poco aventurinado, denominado precisamente "cuarzo-dumortierita". 
Sobre superficies pulidas de esta variedad, los gránulos azules del silicato que incluyen aparecen reagrupados para dar vénulos entrelazados, que delimitan zonas más claras (entre las cuales prevalece el cuarzo) en forma de filoncillos. 







Si la dumortierita es abundante, la densidad de este material supera sensiblemente el peso específico (2,65) del cuarzo. 
Se puede decir que se trata de una roca arenisca, y dada su estructura, el brillo no podrá ser nunca perfecto. Los yacimientos más importantes son los de Brasil y, también, en USA (Arizona y California). Asemeja, vagamente, a los zafiros opacos, sodalita y lapislázuli.


La familia de los jaspes 

Como habíamos ya anticipado, los jaspes constituyen una variada familia de materiales con estructura microcristalina compacta, en los cuales los gránulos de los minerales con pigmentos colorantes están mezclados con una matriz eminentemente cuarzosa. 
Gracias al grado de compenetración, éstos toman, cuando se trabajan, un brillo que se puede definir como perfecto.

Las inclusiones, que pueden superar el 20 por 100 del peso, hacen de los jaspes elementos opacos a la luz, y resultan alterados los valores de la dureza y de la densidad. 







La primera desciende por debajo del grado 7 (no más allá del 6,5), mientras que la segunda puede ser inferior o sensiblemente superior a la del cuarzo puro, según la naturaleza y el porcentaje de las inclusiones (de 2,58 hasta 2,91). 
En compensación, los jaspes, un poco como las calcedonias, resultan más tenaces que el cuarzo, en particular los transparentes: no en valde consideramos los jaspes términos intermedios entre las dos familias, puesto que en algunos aspectos están más próximos a los cuarzos, y en otros deberían unirse a las calcedonias.

Los pigmentos consisten, sobre todo, en óxidos e hidróxidos de hierro y manganeso, que se traducen en tantas coloraciones, que van del amarillo al marrón pasando por el rojo vivo; además de estas inclusiones minerales, no son raras otras orgánicas, como, por ejemplo, los esqueletos de radiolarios y los caparazones de diatomeas. 
Por otra parte, en la formación de las maderas silicificadas, además de la calcedonia y el ópalo, aparece en medida importante el jaspe. 
Los jaspes se encuentran en forma de nódulos o de flloncillos y constituyen el relleno de fisuras de formaciones rocosas. 

A diferencia de los cuarzos, éstos presentan fractura nada brillante, más bien opaca, que raramente recuerda a la concoidea.
Muy requeridos como piedras ornamentales







Si la importancia de los jaspes como gema es muy modesta, grandísimo es su papel como piedra ornamental: su uso, aparte de casos muy particulares, es el de hacer magníficos mosaicos y objetos de grandes dimensiones (copas, vasos, esculturas), e incluso láminas para recubrir lugares suntuosos se utilizaban en la vieja Rusia zarista para dar mayor lustre a los palacios de la nobleza.

Para las manchas y las "llamas" de colores muy intensos, que se encuentran en un fondo de coloración más ligera (beige, verde oscuro, gris), se puede decir verdaderamente que los jaspes crean un espectacular efecto decorativo: está, por tanto, justificado el significado etimológico de "piedra de decoración". 

Entre los restos de antiguas civilizaciones se han encontrado sellos cilíndricos y amuletos de jaspe, estos últimos contra la sequedad y los malestares de la vista.
Los jaspes más ilustres
Puesto que las diversas variedades policromadas (aparte de algún tipo de coloración uniforme) se difuminan las unas dentro de las otras, hacen que la clasificación de algunos ejemplares sea más bien difícil; hubiésemos preferido habernos alargado en sus caracteres comunes y relacionar, por el contrario, brevemente las variedades más conocidas y distintas que en general proceden de la ex-Unión Soviética y de la India, pero también de Alemania, Estados Unidos, Egipto, Asia Menor, Madagascar e ltalia.

Jaspe común. 

Es marrón, quizá con "llamas" rojas o amarillentas; en Alemania se denomina sílex.
Jaspe florido. 
Las inclusiones traslúcidas son de ágata, en manchas o vetas de varios colores y agradable aspecto. Se encuentran en Italia, en la provincia de Lucca y en Sicilia.







Jaspe amarillo. 

Sobre un fondo de este color apuntan débiles venas o dendritas marrones, blanquecinas o verdes; también se encuentra en Sicilia.







Jaspe zonado (jaspe-ágata). 

Consiste en bandas paralelas de cuarzo y calcedonia, de colores diversos; está presente en la isla de Cerdeña. 
Jaspe-ónice. 
Es una subvariedad de la precedente, en la cual los contrastes de color son más fuertes (rojo y verde) y se presentan en zonas de coloración paralela.
Jaspe malaquita y piedra cinabrio. 
En la primera, sobre fondo rojo apuntan manchas verdes de malaquita estriada, mientras que en la segunda, sobre un fondo de tinte uniforme destacan, haciendo gran contraste, manchas rojas de cinabrio.







Criso-jaspe. 

Proviene de Alemania y contiene inclusiones verdes de sales de cromo: se confunde con la crisocola.







Jaspe sanguíneo. 

Tiene un tinte uniforme, de rojo chillón hasta rojo sanguíneo, pero con esto no se quiere indicar erróneamente el heliotropo verde con manchas rojas pequeñas. Se encuentra también en Sicilia y es la piedra de color de los que han nacido bajo el signo de Piscis.







Jaspe negro (lidita). 

Si el color es uniforme y perfectamente negro y si es un elemento bien compacto, se elabora en pequeñas piedras como el ónice silíceo. 
Es también "piedra de comparación", que los orfebres utilizan para la determinación de metales preciosos y sus leyes.







Jaspe verde. 

Debería ser en realidad una variedad monocromática, como las dos precedentes, pero en realidad es difícil encontrar grandes fragmentos que no sean de color marrón o rojizo. 
El color, no obstante, es muy oscuro, igual que el de fondo del ya citado heliotropo, que examinaremos entre las calcedonias.







Plasma. 

Tiene una estructura intermedia entre la de los jaspes y las calcedonias, puesto que no es del todo microgranular compacta ni completamente fibrosa; por tal motivo, el plasma puede ser descrito, mejor que aquí, en la familia de las calcedonias.
El color es verde intenso y menos luminoso que la crisoprasa; ni siquiera traslúcido, e incluye gránulos de minerales distintos. Los yacimientos son los mismos que los otros Jaspes.







"Lapis suizo". 

Por último recordemos el "lapis suizo", imitación del lapislázuli que se obtenía del jaspe alemán, de coloración marrón grisácea y granulado muy fino, mediante coloración con azul de Prusia.







La familia de las calcedonias

A esta familia pertenecen todos los minerales compuestos por sílice y caracterizados por una estructura criptocristalina, como se dijo anteriormente, formada de fibras microcristalinas de cuarzo, que se disponen en grupos paralelos cruzados dentro de una matriz también silícea, más o menos amorfa por la presencia de ópalo. 

Las principales consecuencias de esta estructura poco homogénea y además porosa, son una ligera disminución de la dureza y de los índices de refracción, etc., respecto a los del cuarzo puro, y la posibilidad de absorber tintes artificiales.

La calcedonia, que recibió su nombre de una antigua ciudad sobre el Bósforo, se encuentra dentro de rocas sedimentarias y magmáticas, en forma de filones o de masas mamelonares o estalactíticas, de aspecto "botrioidal": muy frecuentemente constituye el sustrato de las drusas o el revestimiento de las geodas de cuarzo hialino o amatista. 
Muy tenaz, aparentemente amorfa, posee una fractura concoidea de superficie opaca y cortante: al trabajarla (gemas de superficie curva y objetos de grandes dimensiones) adquiere un brillo perfecto, típicamente "céreo". 
Magníficas son las tallas de edad griega, romana e incluso del Renacimiento, obtenidas por materiales con bandeados de distintos colores. 
Estos camafeos y "cabujones" se consideraban potentes talismanes contra depresiones nerviosas y otras enfermedades.







Sin tener en cuenta algunas excepciones, el material más frecuente procede de Brasil, India, Uruguay y USA, constituyendo las llamadas piedras duras. Puesto que a la familia de la calcedonia pertenecen tanto variedades monocromáticas (calcedonias en sentido estricto) como policromáticas (ágatas, ónices); en la descripción que sigue nos atenemos a tales subdivisiones.


La calcedonia común

Tiene un color gris azulado, blanquecino o beige uniforme; más apreciado es el blanco-cera y, sobre todo, el azulado completamente diáfano, con una ligera tendencia hacia el rosa lila. 
La calcedonia común abunda en todo el mundo y recibe coloraciones de mil tipos con procedimientos relativamente simples, con el fin de imitar las variedades más apreciadas (azul y verde, sobre todo), y también con el de crear materiales ornamentales nuevos, con coloraciones inexistentes en la Naturaleza (amarillo limón, rojo anilina y otros).


La calcedonia azul

Tiene una coloración muy delicada, azul lila o azul violeta, en este último caso representa una de las piedras "duras" más raras y apreciadas. 
En el mercado es muy difícil encontrarla: hace algunos años, los lotes de esta variedad de bella coloración, casi transparente, no eran muy frecuentes, pero desde los años sesenta en adelante no se han visto más. Esta bella piedra se denominaba tiempo ha "calcedonia" (como la antigua ciudad) o también, aunque erróneamente, "lunaria", porque se confundía con la piedra de luna.







La calcedonia azul de mayor valor es la africana, que procede (como muchísimas otras gemas de importancia comercial o para colecciones) de Namibia, precisamente de un área situada al noroeste de Okahandja. 

También del Africa suroccidental procede un material coloreado en azul y blanco, mucho menos traslúcido que el primero, pero mucho más abundante, con el cual se hacen collares y objetos de grandes dimensiones. 
A causa de la coloración un poco zigzagueante, algunos lo denominan "ágata de encaje". 
La calcedonia azul se encuentra también en algunos ríos de Sudáfrica (Vaal y Orange) y en Cornualles, pero en grandes cantidades y coloraciones comerciales de poca importancia.

Dada su belleza y rareza, la calcedonia azul se imita con calcedonia grisácea o con ágata imperceptiblemente zonada del mismo color, que se obtiene tratándola con un baño en una solución de ferrocianuro potásico y después en una segunda solución de sulfato terroso. 

La "calcedonia azul" hoy disponible tiene en 999 casos sobre 1.000, este origen tan poco poético. Para distinguir el natural del artificial se ha de tener en cuenta que el primero tiene una estructura interna poco homogénea, un color más delicado y transparencia menos buena que el segundo, que a su vez muestra casi siempre una transparencia zonada típica del ágata de la que deriva.


La crisoprasa

Es una piedra magnífica, de las más apreciadas desde la antigüedad de todas las variedades de la calcedonia. El color va desde un débil verde manzana hasta un verde intenso, como el del jade imperial o de la esmeralda, luminoso de día y todavía más brillante con la luz artificial. 
La coloración se debe a la presencia de sales hidratadas de níquel: y precisamente por tratarse de un pigmento poco común en la Naturaleza son tan poco abundantes los yacimientos de crisoprasa. 
Los fragmentos más bellos muestran, junto con el color más puro y bien distribuido, un aspecto diáfano uniforme que llega, en los casos más raros, a la transparencia: son éstas las ocasiones en las que la crisoprasa compite, tanto en valor como en belleza, con las mejores turquesas del Irán, donde se montan maravillosas "combinaciones" junto con el diamante. 







El material pierde mucho de su valor si aparecen en él venas de matriz blanquecina o castaña, o cuando muestra un apagado color verde amarillento: es precisamente por comparación, como se aprecia la coloración de los bellos ejemplares, que junto a los ejemplares amarillentos revelan un débil matiz azul. 
La crisoprasa calentada y expuesta durante largo tiempo a la luz rica en rayos ultravioleta, pierde color sensiblemente, pero recupera el color original si se pone en un lugar hidratante.

Los "cabujones" más bellos son más bien alargados y poco convexos, y tallados con una sola fila de facetas en el borde de una "tabla"; era la talla preferida de Federico el Grande de Prusia (1.712-86), que era un apasionado de esta piedra (que entonces procedía de Silesia, hoy región de Polonia), y la empleó para decorar abundantemente su palacio de Sans Souci, en Potsdam. La crisoprasa, que hoy no tiene el éxito y la difusión que posiblemente merece, ha sido una de las piedras más en alza de la época victoriana. Los yacimientos de la vieja Silesia se han sustituido, a partir de 1.960, por los australianos de Queensland; mucho menos productivos son los de Brasil, India, de los Urales, de Nueva Caledonia, USA (California, Arizona, Oregón) y de Madagascar. Naturalmente, la crisoprasa está asociada a yacimientos de minerales de níquel, donde se encuentra en forma de nódulos entre materiales alterados, o bien como relleno de fisuras. 







La crisoprasa, según la tradición popular, tiene la virtud de alejar las maldiciones, liberar los encantamientos y favorecer a los nacidos entre los meses de mayo a diciembre.
Por su belleza, a veces se confunde con el jade australiano, mientras que hoy numerosos comerciantes llaman "chrysopras" a la vulgar imitación en calcedonia coloreada, que se obtiene de calentar calcedonia o ágata común, impregnadas en una solución de nitrato de níquel o de cromo.

Evidentemente se trata de un fraude, pero las diferencias que existen entre los fragmentos genuinos y los falsos son mucho más marcadas que las ya descritas para la calcedonia azul. 
Ante todo, el color verde del ágata teñida es completamente distinto del de la delicada y verdadera crisoprasa, siendo más oscuro y más "falso"; además, la transparencia es mayor y el brillo más intenso y menos céreo. 

Siempre en la crisoprasa natural la transparencia tiene un ligero componente amarillo. Entre las piedras similares a la crisoprasa está la cromocalcedonia, el ópalo prasio, la smithsonita verde y el jade; además, la prehenita, la variscita y la bowenita. Menos díficil es la distinción de la amazonita y de la turquesina verdosa.


La cromo-calcedonia

Se asemeja muchísimo a la crisoprasa, aunque su coloración natural se debe al cromo más que al níquel. Se descubrió en 1.955 en Rodesia, pero no es nada frecuente en el mercado, donde a veces a aparecido con el nombre comercial de "mtorolita". 
A diferencia de la crisoprasa, esta variedad aparece roja si se observa con el filtro Chelsea, que, sin embargo, se ha puesto a punto, más que nada, para el estudio de esmeraldas.







La carneola

Es una variedad de color uniforme amarillo-rojizo, anaranjado, rojo carne o rojo castaño. 
También en este caso, la mayor parte del material que se encuentra comercializado es sofisticado, porque consiste en calcedonia amarillo-naranja, procedente del Brasil (carneola natural), expuesta a simple recalentamiento, e incluso calcedonia común impregnada de una solución de nitrato ferroso y después calentada. 
En la India, sin embargo, la carneola se obtenía exponiendo durante largo tiempo a la acción de la luz solar una calcedonia castaña. Genuinas y de magnífica coloración rosa carne son algunas carneolas de origen sudafricano (Botswana).

La distinción entre el material genuino y el sofisticado es más o menos la de costumbre: a contraluz, este último revela zonas paralelas que se intersectan entre ellas, mientras que el primero muestra una distribución de "zona de nubes" en su coloración.

La carneola es una de las más bellas piedras usadas por el hombre, desde los amuletos prehistóricos hasta los bellos sellos egipcios, indianos, persas y árabes, a menudo muy tallados. 
Abunda también en los tesoros antiguos de muchos imperios y en ornamentaciones eclesiásticas, porque es símbolo de amor eterno y de martirio. 
Entre los poderes atribuidos por la fantasía popular a esta piedra destacaríamos los de cortar hemorragias, aplacar la cólera e infundir sentimientos de justicia. 
Es, además, junto con el rubí, la piedra de los nacidos bajo el signo de Cáncer.







El sardo

Se trata de una subvariedad, puesto que puede considerarse una carneola más castaña, menos luminosa y transparente, a causa de su clara tendencia al marrón. 
Puede obtenerse de los materiales acostumbrados, de coloración opaca, modificando algunos detalles marginales por procedimientos que se utilizan normalmente para obtener la carneola coloreada o el ónice negro.







La calcedonia amarilla y el ónice negro

Los de tinta uniforme no son casi nunca de color natural. El amarillo limón se obtiene de calcedonia o ágata imperceptiblemente zonadas, tratadas por ácido clorhídrico y expuestas a un ligero recalentamiento. 
El negro se consigue impregnando el material con una solución concentrada de azúcar, que después se carboniza con ácido sulfúrico caliente (un sistema más reciente utiliza el nitrato de cobalto).







Las ágatas y los ónices

Son aquellas variedades de calcedonia de coloración no uniforme. 
Rigurosamente deberían llamarse ágatas a las variedades zonadas con diversas coloraciones y no muy contrastadas con ellas, y ónices cuando los colores de las zonas contrastan fuertemente (por ejemplo, blanco y marrón oscuro). 
Puesto que tales bandas pueden tener todos los colores posibles e imaginables, y puesto que los elementos intermedios entre el ágata y el ónice son numerosos, muchos autores (sobre todo los alemanes) relacionan numerosas subvariedades, sobre todo su propio nombre comercial. 
Apreciamos en ello una escasa utilidad científica; es un hecho que si decidiésemos recoger un ejemplar por cada tipo de dibujo, un coleccionista no acabaría jamás de completar los ejemplares de calcedonia.


El ágata "verdadera"

La estructura de la calcedonia cambia de zona a zona; ello significa que cada zona tiene una orientación propia de las fibras cuarzosas, una porosidad propia y un número de inclusiones propio: son estas las causas de los distintos colores presentes en el ágata.

Las tonalidades son, generalmente, las del blanco, gris azulado, beige, amarillo-naranja, o del marrón-rojizo. Los colores puros y fuertes como el rojo intenso, el amarillo azufre, el verde esmeralda y el azul marino, son habitualmente "obtenidos" con sistemas ya descritos para las variedades de color uniforme, y esto se hace también con los ónices. 
Las ágatas que presentan zonas paralelas concéntricas ("ágata orbicular"), irregular, a menudo con efectos imitativos (ágata "Ruiniforme", ágata "musgosa", etc.). 







A veces el núcleo de un ágata (o de una calcedonia de color uniforme) está constituido por una gruesa gota de solución salina que engloba una burbuja de anhídrido carbónico: a esta curiosidad se le da el nombre de "enhidros".

Los yacimientos a principio del siglo XIX eran los alemanes, situados junto a Idar-Oberstein, después emigrantes alemanes descubrieron enormes yacimientos en Brasil meridional y en el Uruguay septentrional. Además de Sudamérica, se deben considerar los yacimientos de India, Madagascar, Méjico y los de USA. Según tradición popular, el ágata tiene la virtud de eliminar los pensamientos malignos, las fiebres y los pensamientos nerviosos.


La carneola-ágata y el sardonice

Son elementos intermedios: la primera tiene un solo color dominante, el naranja de la carneola, pero observada a contraluz muestra ya la estructura del ágata; la segunda, con bandas contrastantes de color rojo castaño o blanco, tiene el color del sardo, pero tiene ya la estructura de un ónice. 
El sardónice, junto con el olivino, es la piedra de los nacidos en agosto, bajo el signo de Leo.







El afrodisíaco ónice

Se consideran ónices las calcedonias cuya coloración presenta fuertes contrastes por zonas; casi siempre están”tratados térmica o químicamente”, el caso más notable es el negro con bandas blancas, el cual se obtiene aprovechando la porosidad diferencial de varios "estratos" del material con una solución de azúcar (que se carboniza) o de otras sustancias. 
Curioso es el hecho de que muy a menudo se obtiene ónice partiendo de un material de color uniforme, pero, evidentemente, zonado por lo que respecta a su estructura.

En ldar-Oberstein existe una floreciente industria que obtiene, a menudo calcando los modelos clásicos o del Renacimiento, interesantes sellos, camafeos u otras joyas. 
El ónice tiene poderes afrodisíacos y hace longevos a los intelectuales y nobles; infunde serenidad de espíritu, y durante la Edad Media numerosos eran los que lo consideraban responsable de los embarazos.







El ágata de fuego

Científicamente, no puede considerarse un ágata porque el material consiste en un crecimiento botrioidal de restos de un mineral de hierro que alternan con "estratos” de calcedonia transparente. 
Cortando la superficie color chocolate de estos nódulos y puliéndola con cautela, los elementos restantes aparecen como racimos, con irisaciones rojizas o verdosas, muy semejantes a las del ópalo. 
El ágata de fuego, que es una variedad aparecida en los años setenta, fue, en un primer momento, comercializada en una forma primitiva (es decir, con un solo lado pulimentado), pero después se tallaron en cabujón y su procedencia parece ser americana, posiblemente mejicana.







El ágata musgosa

Tampoco ésta es una verdadera ágata, puesto que consiste en una calcedonia incolora que incluye hornblenda verde (silicato) con un aspecto semejante al musgo; calentando este material, el hierro de una parte de la hornblenda se oxida, tomando la piedra una coloración rojizo castaña moteada. 
Las calidades mejores proceden de la India, pero existen muchos yacimientos en los Estados Unidos y en China.

Para que las inclusiones tengan efecto decorativo es preciso que los fragmentos sean finos; existen elementos falsos que consisten en dos fragmentos de calcedonia pegados, que incluyen en su interior dendritas de hierro y manganeso, hechos depositar sobre la superficie de unión. 
Cuando la hornblenda incluida es abundante, el material no parece transparente y se comercializa erróneamente como un jaspe musgoso.







El ágata dendrítica o arborescente

La mención de las variedades impropiamente llamadas ágatas termina con esta calcedonia gris azulada o beige, que contiene un tipo de inclusión ya encontrada en el cuarzo hialino, es decir, dendritas de manganeso y de hierro (alguna vez) de color negro, castaño oscuro o rojizo. 
Los yacimientos más importantes son los de Río Grande del Sur, en Brasil, pero también material de aspecto algo distinto, aunque bueno, se encuentra en Italia y en Estados Unidos. 
Una subvariedad en la cual las dendritas se disponen en forma, que a menudo dan imágenes muy sugestivas, se denomina precisamente jaspe o ágata paisaje.







El heliotropo

Considerado por muchos autores como jaspe, el heliotropo es una calcedonia totalmente opaca, de color verde oscuro, sobre cuya superficie apuntan numerosas manchas rojas de pigmentación férrica. 
Se llama muy a menudo, aunque erróneamente, jaspe sanguíneo (que, como hemos visto, tiene por el contrario color rojo uniforme), o bien piedra-sangre, apelativo que los alemanes reservan para las hematites. Los yacimientos se encuentran en Brasil, India, Australia, etc. 
Susceptible de bellísima pulimentación, el heliotropo se usa para anillos masculinos y representa, junto con el aguamarina, la piedra de los nacidos en marzo bajo el signo de Piscis.







El ópalo: segundo tras la esmeralda

En el grupo de la sílice, las variedades "nobles" de ópalo representan los términos más preciosos; no existen, de hecho, jaspes, cuarzos o calcedonias que puedan competir en valor con el ópalo blanco iridiscente, ni tampoco con el magnífico ópalo negro. 
Los antiguos ya se impresionaban por el juego de colores fascinante y misterioso de esta gema. 
Plinio, hablando del ópalo, lo definió como la gema más bella después de la esmeralda, diciendo: "procede de la India e incluye el fuego del rubí, la púrpura de la espléndida amatista, el verde de la esmeralda y todas las cosas relucientes en una extraña mezca...".


Cómo se presenta el ópalo

El ópalo, en sus distintas variedades, se encuentra en forma de agregados en racimos, estalagtíticos, botrioidales, o bien reniformes; en vetas o débiles costras, rellenando rocas volcánicas. 
Son una excepción los yacimientos de ópalo más importantes del mundo, como los australianos, donde el mineral se encuentra en pequeños estratos.







El ópalo es, por tanto, sílice, es decir, bióxido de silicio, pero respecto a las tres familias ya descritas presenta dos importantes novedades: contiene una cantidad variable de agua, que puede llegar incluso al 30 por 100, y que disminuye de forma muy sensible los valores físicos de la dureza, la densidad y del índice de refracción. 
Además se comporta como si fuese una sustancia amorfa (es decir, no cristalina). A este respecto, el microscopio electrónico utilizado con 20.000 aumentos ha revelado la estructura del ópalo: minúsculas esferas de cristobalita, que es una modificación cristalina del SiO2, próximas las unas respecto a las otras, como en un ábaco, incluidas en un gel de sílice amorfo. 
En base a este descubrimiento resulta, por tanto, que el ópalo no es un mineral amorfo en sentido estricto: digamos, sin embargo, que es sólo parcialmente amorfo.


Los tres grupos del ópalo

Basándonos sobre dos importantes caracteres, la iridiscencia y la opalescencia (ver el recuadro), en la descripción que sigue hemos distribuido las numerosas variedades de ópalo en tres grandes grupos: ópalos "nobles" (iridiscentes y opalescentes), ópalos de fuego (generalmente sólo opalescentes) y ópalos comunes (raramente opalescentes, casi siempre opacos).


Los ópalos "nobles"

Contienen agua en cantidad no superior al 10 por 100. Sucede, aunque raramente, que estas bellas gemas conservadas en ambientes muy secos se deshidratan, produciéndose fisuras irremediables y perdiendo buena parte de su iridiscencia ("la locura" del ópalo). 

Este fenómeno se interpreta, generalmente, por el poseedor, sorprendido y apenado por tal descubrimiento, como un signo de mal augurio y contribuye a formar, en torno al ópalo, la mala fama de la cual hablaremos más adelante. 







La iridiscencia perdida por deshidratación puede también ser regenerada haciendo reabsorber a la piedra, generalmente tallada en "cabujón", una cierta dosis de agua o de aceite. 
Para evitar, sin embargo, daños de este tipo se recomienda conservar los ópalos en lugares frescos y no demasiado secos, mejor si se conservan en zona húmeda como suelen hacer los mineros y los comerciantes australianos, que los conservan inmersos en agua.

Es lógico también que una subida de temperatura perjudique al ópalo, así como los choques y cualquier tipo de presión que se ejercite sobre él: todos estos datos deben tenerlos en cuenta todos aquellos que llevan joyas con ópalos.


El "blanco" y el "negro"

Según el color de "fondo" sobre el cual aparecen las iridiscencias policromadas, se distinguen dos subvariedades de ópalo noble: el ópalo blanco o lechoso y el ópalo negro. 
El primero, que es el más conocido tiene un color blanco o claro y en las mejores calidades es diáfano, y al trasluz muestra una bella difuminación de aurora, rosada y ámbar al mismo tiempo. 
El segundo, mucho más raro y, por tanto, más apreciado (en ciertos momentos del pasado su valor ha sido semejante al de los diamantes), presenta un fondo gris, azul o verde oscuro (negro sólo en casos excepcionales): el contraste entre las iridiscencias y el fondo es verdaderamente magnífico. 
Particularmente, bellos son algunos tipos que por el color, la forma y la recíproca disposición de las iridiscencias se denominan, de vez en cuando, ópalos "arlequinados", ópalos "mariposa", etcétera.







Los yacimientos, hace algún tiempo, estaban situados en una región húngara hoy perteneciente a la ex-Checoslovaquia; después se descubrieron los famosos australianos de la región sudoriental (Queensland, Australia meridional y Nueva Gales del Sur). 
Otro material procede de Brasil, de América Central (Guatemala y Honduras) y Septentrional.

En la antigüedad, los ópalos nobles se consideraban como beneficiosos para la vista, y en el Oriente se consideran todavía hoy,"ancla de esperanza" y emblemas de lealtad. 
En Occidente, por el contrario, ya había caído en desgracia, en tiempos del escritor escocés Walter Scott (1771-1832), que en un romance asignaba a una de estas piedras el papel de maléfica influencia sobre el comportamiento y el destino de la protagonista. 
Todavía hoy, el ópalo es para muchos la piedra del mal de ojo y símbolo de la mala suerte, de la inconstancia y de la astucia en los negocios.







La hidrófana y el ópalo-matriz

El primero consiste en una variedad de ópalo noble que, habiendo perdido agua, resulta turbio e insignificante. Es sorprendente lo que acontece a esta piedra cuando permanece inmersa en agua durante algunos días: su índice de refracción pasa del 1,40 al 1,44, y, así rehidratada, resulta irreconocible, porque junto a una transparencia casi absoluta ostenta una iridiscencia a menudo espléndida. 

Sin embargo, la cura de belleza descrita es efímera y la operación se debe repetir con cierta frecuencia.Cuando las "rebabas" del ópalo noble contenidas en la roca madre tienen una estructura ondulada o ramificada y son demasiado débiles como para poder aislarse de la matriz y transformarlas en "cabujones", se prefiere elaborar todo el conjunto, denominándose a éste como ópalo-matriz.

El efecto de unión es, a veces decorativo y se basa en un contraste evidente entre las distintas partes del ópalo blanco (o negro) y el fondo generalmente color chocolate, amarillo-ocre o rosado. 
Son muy bellos los resultados para camafeos y otros adornos (motivos florales, animalillos, etc.).


La sofisticación y los falsos ópalos preciosos

Cuando una veta de ópalo blanco es fina pero muestra un buen corte, se aísla con cuidado de la matriz y se pega con cola negra sobre una lámina de ópalo común o calcedonia gris, incluso de ónice negro: pulida la parte noble (y más groseramente el soporte) está ya concluida la "copia" ("doblete"). 
Cuando después se quiere dar mayor consistencia al fragmento y las iridiscencias lo merecen, la "copia" se cubre con un tercer fragmento, esta vez de cuarzo hialino, teniéndose así un "triplete".

En ambos casos, este procedimiento tiene que ver con una aproximación al precioso ópalo negro. 
No habrá fraude si en el momento de la venta se declara que el fragmento no es homogéneo y que no se trata de verdadera ópalo negro.

Además de estas "copias" ya descritas, cuya naturaleza generalmente es declarada por los comerciantes, existen procedimientos que aplicados a ópalos de calidad baja tratan de obtener un material semejante al ópalo negro. 

El material de origen es generalmente australiano (Andamooka) y se trata con una técnica muy semejante a la ya descrita para la obtención del ónice negro: impregnación con una solución azucarada y sucesiva carbonización con ácido sulfúrico concentrado. 
Otro sistema consiste en calentar la piedra en aceite y carbonizar la parte absorbida mediante ulterior aumento de temperatura. 

En todos los casos el juego de las iridiscencias resulta enormemente mejorado, gracias al mayor contraste con el "fondo", ya negro por deposición de carbón en los intersticios del mineral. 
Naturalmente, el mineral así obtenido presenta en un análisis los mismos valores de densidad e índice de refracción que el ópalo negro (2,10 y 1,45, respectivamente), pero con un microscopio resultan evidentes los "planos" negros y pulverulentos de partículas carbonosas.







El ojo experto nota, además, rápidamente que estos ópalos tratados no presentan, debido a su estructura porosa y granular, el brillante pulimiento que los cortadores logran dar al fragmento de buena calidad. Otra cosa que debería levantar sospechas es la iridiscencia que en estos "ópalos negros" procede de un mosaico de minúsculas celdas y son distintas en las luces y en las bandas policromadas, siendo éstas de dimensiones mayores que en los verdaderos ópalos negros. 
El tratamiento se utiliza para espesores muy pequeños, y se desenmascara inmediatamente cuando es preciso recortar o achicar la piedra.

Otra técnica que, aplicada a un modesto ópalo blanco mejicano, trata de obtener una imitación de ópalo negro consiste en quemar el fragmento envuelto en papel o plástico dentro de determinados crisoles; se alcanza así el llamado ópalo ahumado, muy negro, muy poroso y, por tanto, muy ligero, opaco al paso de la luz. Con estos productos vulgares se han encontrado valores físicos excepcionales de bajos: 1,30 y todavía menos de densidad, y 1,37 ó 1,38 para el índice de refracción.







Las imitaciones y las síntesis

Existen ingenuas imitaciones en vídrio o "dobletes" formados por un "cabello" de cuarzo transparente, pegado sobre una lámina de conchas iridiscentes (generalmente heliotis): en ambos casos el índice de refracción es superior al del ópalo. Más preocupantes son las síntesis, tanto del ópalo blanco como del ópalo,negro que, desde 1972, el francés Pierre Gilson ha iniciado. 

No es éste lugar adecuado para exponer los métodos utilizados y distinguir estos productos artificiales de los naturales, pero recordemos que es preciso tener en cuenta que se trata de materiales verdaderamente bellos y extremadamente engañosos. No existen, por el contrario, piedras naturales que resulten similares a los ópalos nobles, y ello es debido a la particular estructura semiamorfa y, sobre todo, de la iridiscencia de éstos.







Los ópalos de fuego

Carece de iridisencia y  en las mejores calidades, el aspecto lechoso es tan reducido que se puede decir que prácticamente son transparentes. 

El color, debido al óxido férrico, es rojo-anaranjado intenso, mandarina o amarillo; a su bella coloración se puede añadir la limpieza y la talla que distintamente de los ópalos blancos y negros debe hacerse por caras. El material de menor calidad presenta, por el contrario, una sensible turbulencia hasta ser del todo opaco; en estos casos tiene una notable semejanza con la carneola.

Algunas veces se encuentran ejemplares que muestran, junto a transparencias y buen color, una bella iridiscencia, en la cual apuntan, sobre todo, el verde esmeralda, el rojo y el azul-violeta: se tiene entonces una subvariedad que los alemanes llaman "Lechosopal". Digamos, sin embargo, que los ópalos de fuego están sujetos a "enloquecimiento", mucho más frecuente que en los de la primera categoría: les ha sucedido a muchos que se han encontrado toda una colección reducida a minúsculos trozos.







Los yacimientos son, sobre todo, los de Méjico, de Guatemala y los de Honduras; menos importantes son los de Brasil, Australia occidental y Turquia. 
Las imitaciones pueden ser en vídrio o plástico. 

Las primeras tienen densidad e índice de refracción superiores, mientras para el plástico, el índice de refracción es superior (1,49-1,65 contra 1,40-1,45 del ópalo de fuego), pero la dénsidad es inferior (es semejante a 1,25-1,45 contra 2). El ópalo de fuego, de bella calidad en piedras facetadas, tiene un relativo valor, muy lejano, a pesar de todo, del raro corindón naranja al cual se asemeja.


El ópalo de agua y el ópalo girasol

Citamos aquí estas dos subvariedades porque los valores físicos son más próximos a los del ópalo de fuego que a los del ópalo noble (densidad 2 e índice de refracción 1,45, o poco menos). 
El ópalo de agua procede de Méjico y es una bella piedra que merecería mayor importancia. 

Prácticamente transparente e incolora, parece amarillenta al trasluz; muestra iridiscencias que más que amarillear la superficie parecen  provenir del interior. 
El ópalo girasol, transparente y prácticamente incoloro como el anterior, muestra un reflejo móvil azulado que lo hace confundir con la piedra de luna de Ceilán.







Los ópalos comunes

Contienen agua hasta un 30 por 100 y, además, no suelen tener iridiscencias, no son tampoco opalescentes, porque son opacos al paso de la luz; la única excepción es la hialita, que es transparente e incolora. 

Abundan en cualquier parte del mundo y se asemejan a los jaspes, de los cuales, quien tiene una cierta experiencia, los distingue por la densidad y la dureza, que son inferiores. 
Las numerosísimas variedades no tienen importancia gemológica, y nos limitamos a enumerar alguna: ópalo-ágata, ópalo-cerco, ópalo-lechoso, ópalo-flor, ópalo-musgoso, ópalo-porcelana, ópalo-ónice, ópalo-prasio. De éstos citamos particularmente el último, que llamamos ópalo-prasio o prasiópalo, pero que antiguos autores denominaban crisópalo. 

Es una piedra poco traslúcida y a veces prácticamente opaca, de un bello color verdemanzana a verdejade, idéntico al de la crisoprasa. El color se debe a restos de níquel.

El yacimiento clásico es el de Silesia (Polonia). Buen material se ha encontrado también en Nueva Caledonia y en los Estados Unidos (Nevada). 
El hallazgo más reciente de ópalo verde ha sido el de Tanzania, pero para este mineral el tinte debe ser por restos de plata de la roca madre serpentínica.


Los leños silificados (xilópalos)

Consisten en jaspes, calcedonias y, menos frecuentemente, ópalos que más o menos muestran bien la estructura de la madera originaria (pseudomorfosis). 
Desde un punto de vista gemológico no son muy interesantes: merece la pena trabajarlos (objetos de grandes dimensiones y también algunos adornos) sólo cuando tienen espléndidos colores, como los encontrados en Arizona, o particulares dibujos, como los de sinuosas fibras, o los de nódulos, o los de anillos anuales. 







Las coloraciones más habituales son: amarillentas, castañas, grises, rojo, a veces rosa, azul y violeta. Todos los continentes contienen xilópalos: son notables los yacimientos que se encuentran en Egipto, Argentina (Patagonia) y Nevada. 

La dureza es, generalmente, de 6,5 a 7; la densidad y el índice de refracción son muy próximos a los del cuarzo (densidad, 2,65; índice de refracción: Epsilon = 1,553, Omega = 1,544).








Fernando Gatto
Kaia Joyas Uruguay

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